¡Envíanos tu artículo!

Escribe lo que quieras y como quieras, sobre cualquier tema que te interese.
¡Comparte tu información con todos los lectores!
Envíalo a: alas.social@gmail.com
Y dinos con qué nombre quieres firmarlo (real o inventado)

¿De qué quieres que hablemos?

Si quieres información sobre algún tema en concreto, dínoslo en el mismo email y escribiremos sobre ello.

La información y las opiniones vertidas en este blog, tanto en las entradas como en los comentarios son obra exclusiva de su autor.

martes, 25 de septiembre de 2012

Recuerdos y Reflexiones

Estoy frente al teclado, la pantalla en blanco emulando el horror del vacío, el terror de la nada; al contrario que mi mente, llena de ideas que pugnan por salir, ideas rebeldes, insidiosas, indisciplinadas. Ideas provocadas por los acontecimientos de los últimos tiempos o tal vez… tal vez de tiempos no tan recientes… 
 
Tengo sesenta y dos años y mucha vida pasada ya vivida. Lucha clandestina contra el régimen, muerte del dictador, renacimiento de la esperanza, primeras elecciones libres y comienzo de la tan ansiada democracia. 

 
Comienzo de una trampa mortal en la que hemos caído sin darnos cuenta de lo que lentamente estaba sucediendo.

 
Tras aquellos primeros tiempos de “libertad”, de euforia imposible de contener, los ánimos se fueron calmando, ya podíamos elegir a los representantes del pueblo, ya podíamos expresar nuestras ideas y leer lo que quisiéramos. Había desaparecido la censura.

 
Era tiempo de relajarnos, de dejar a nuestros representantes legal y democráticamente elegidos que tomaran las decisiones por nosotros, para eso los habíamos votado ¿para qué otra cosa sino…?

 
Renació con fuerza el espíritu asociativo, las casas del pueblo…
Los ciudadanos comenzamos a ser participativos, a tener voz y voto en ciertas decisiones, o eso parecía…

 
Nuestro nivel de vida comenzó a cambiar, empezamos a tener cosas que ni siquiera habíamos soñado. ¡¡ Lo logramos ¡!
¿Lo logramos?

 
Nuestros representantes, cada vez pensaban menos en el pueblo. Nuestros representantes democrática y legalmente elegidos, comenzaron a olvidarse que estaban a nuestro servicio; la oligarquía política comenzó a ser autónoma y comenzó a enriquecerse pasando por encima de ética y leyes, leyes que ellos mismos modificaban a su antojo.

 
El pueblo soberano se durmió, el periodo de bienestar conseguido nos cegó, muy hábilmente el estado fue administrándonos los sedantes que lentamente fueron debilitando nuestra voluntad y nuestra capacidad de percepción.

 
No nos percatamos ofuscados por nuestro recientemente adquirido estatus de nuevos burgueses, que una sombra despiadada lo iba invadiendo todo, cada vez adquiría más poder, infiltrándose como un cáncer en los más delicados y vitales tejidos de nuestro cuerpo social. 

 
Ese cáncer tiene nombre se llama: Neoliberalismo, capitalismo salvaje y su síntoma principal es el desprecio absoluto por el ser humano; otro síntoma importante es la especulación feroz, no importa quien caiga, no importa qué pueblos enteros mueran de hambre si eso engrosa sus carteras. 

 
Ese cáncer brutal ya hace mucho tiempo que invadió a nuestros sucesivos gobiernos. La vitalidad del pueblo, aún sano, cada vez le fortalecía más.
Pero cuando el cáncer ya comenzó a producir estragos en nuestro cuerpo, las cosas cambiaron…

 
El tumor tenía que seguir creciendo, los tejidos infectados necesitaban recursos frescos para poder seguir creciendo. 

 
Por lo que banqueros y especuladores, decidieron desenmascararse y aplicar su “solución final” consistente en lo que todos ya sabemos: 

 
Desangrar a la única fuerza realmente viva que existe; la única fuerza capaz de cambiar las cosas… ¡al pueblo!, a la enorme potencia y los grandes recursos que proporcionan los trabajadores asalariados, los autónomos, los pequeños empresarios, los funcionarios, los estudiantes, los enfermos, los jubilados…

 
Pero recordad: nosotros somos los sanos, ellos son el cáncer. Nosotros tenemos la fuerza y lo mismo que ellos nos emplean para seguir creciendo, todos unidos podemos asfixiarlos, ellos tienen los recursos, nosotros la fuerza y la razón.

 
Por suerte y a modo de sistema inmunitario adormecido con inmunosupresores, estamos despertando.

 
Compañeros, no podemos desfallecer, hay que combatir a este cáncer particular que nos aqueja, se llama PP y es altamente maligno.

Salud, Justicia y libertad.
                                                                                                                  A. Plaza.
votar