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domingo, 6 de marzo de 2011

26 de febrero de 2011: Viaje a los campamentos

Hay dos formas de llegar en avión a los campamentos de refugiados saharauis: en vuelo charter o en vuelo regular.

Los vuelos charter son fletados por las Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui (dispersas por toda la geografía española) y suelen ser en el puente de diciembre, antes de Navidad, y en Semana Santa. En otras ocasiones, por motivos especiales, se organizan otros, que normalmente responden a necesidades concretas o a ciertas celebraciones en los campamentos.

Estos vuelos van directos de Madrid al aeropuerto militar de Tindouf, la estancia es de pocos días (menos de una semana), y el precio es de más de 600 euros.

Los vuelos regulares, en el que fuimos nosotros, salen los martes y sábados de cada semana, con vuelta los mismos días, y su precio oscila entre 300 y 500 euros, según la antelación de la compra. La ventaja, además del precio más reducido, es que el periodo de estancia, previa obtención del visado correspondiente (solicitado con una antelación mínima de 20 días antes del vuelo en la embajada saharaui), es el que tú decidas, teniendo en cuenta los días de regreso ya dichos.

Para un vuelo con una duración total de 3 horas estos precios son desorbitados, lo que deja de manifiesto que Argelia se beneficia altamente de la cooperación y ayuda humanitaria que llega a los campamentos, entre otras cosas que se analizarán en otros post.

La incomodidad del vuelo regular es su escala en Argel. Una vez has salido de Madrid y llegas a Argel, ya de noche, tienes que esperar como mínimo 6 horas, cambiar de aeropuerto al nacional y coger otro vuelo de Argel a Tindouf.

En Argel es muy común que te abran las maletas y te quiten lo que ellos consideran que no debe pasar, sobre todo medicamentos. Pero tuvimos suerte, no nos abrieron ninguna maleta, así que pudimos quedarnos con todo lo que llevábamos, incluso con uno de los bultos, que era todo medicinas.

En esta ocasión, antes de subir al avión, encuentras todas las maletas del vuelo anterior colocadas en la pista del aeropuerto. Así que tienes que seleccionar las tuyas tú mismo y montarlas en la carreta del avión correspondiente, en el que irás a Tindouf, para que las carguen en su bodega.

Una vez en Tindouf, tras recoger todos los bultos (todos los que llegamos a ese aeropuerto vamos a los campamentos, así que cada persona lleva un mínimo de 25 kg de ayuda), montamos en camiones y autobuses saharauis que nos esperan en la puerta. Estos camiones y autobuses son del Frente Polisario, que es el único que puede entrar en el aeropuerto de Tindouf, ya que tiene un convenio especial con las autoridades argelinas. Ningún otro coche saharaui puede acceder al aeropuerto militar. 


Además de nuestro equipaje, llevábamos una maleta de un saharaui que encontramos en el aeropuerto de Madrid, que nos pidió que se la entregásemos a su hijo, con ropa, harina para celíacos y algunos regalos para su familia. Aunque eran 24 kg de más aparte de los 90 kg que llevábamos nosotros, no nos cobraron exceso de equipaje. Este saharaui nos dijo que hablaría con su hijo, que estaría esperándonos en el aeropuerto para recoger su maleta y nos llevaría al campamento de Ausserd, donde está nuestra familia, con la que nos quedaríamos toda la semana.

Pero su hijo no pudo ir al aeropuerto, así que envió a su cuñada y le entregamos la maleta. Ella nos invitó a pasar la noche en su casa, ya que vivía en Tindouf, pero nosotros no teníamos permiso para entrar en la ciudad, así que no pudimos hacerlo.


Así que la opción que nos quedaba era pasar la noche en otro campamento, el de Smara, en su Protocolo (los Protocolos de los campamentos son edificios del gobierno donde se quedan los cooperantes que llegan de noche, ya que siempre se aterriza de madrugada a Tindouf, y no pueden llegar al campamento de destino por uno u otro motivo, donde te dan una cama y el desayuno por la mañana hasta que puedes conseguir un coche que te lleve a tu campamento).


La razón de que no hubiese ningún coche del Protocolo que nos llevase a Ausserd era que casi todos estaban en Tifariti, en territorio liberado saharaui, ya que llegamos justamente el 27 de febrero, día de los festejos de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (R.A.S.D).


Montamos en un autobús con un grupo de franceses que iban a correr un maratón en los campamentos (ya contaré esto), que nos llevó al Protocolo de Smara. La mayoría de los coches saharauis, incluidos autobuses y camiones, son donaciones de las comunidades autónomas españolas, y todos son terriblemente viejos y están llenos de arena, por supuesto. Allí convives con la arena y el polvo del desierto a todas horas.

Este autobús que aparece en esta fotografía tomada en Smara otro día (y que parece de los más "nuevos"), fue donado por Burgos.


Foto: Álvaro Sánchez

El conductor del autobús, al que habían despertado en mitad de la noche para ir a buscarnos a Tindouf, no se quejó en ningún momento, y muerto de sueño, nos ayudó a cargar los equipajes; y una vez en Smara, esperó pacientemente a que alguien de Protocolo saliese a recibirnos.


Entre los saharauis el tiempo no existe, todo se hace con calma, con tranquilidad, es un pueblo acostumbrado a esperar, con una infinita paciencia y no hay nada que les moleste. Las tres veces que he visitado los campamentos jamás he estado desatendida, nunca he visto que se enfadasen por algo y siempre están dispuestos a ayudar, tanto a los visitantes como a cualquier saharaui que necesite cualquier cosa. Quizás sea la ley del desierto, un instinto de supervivencia.


Dormimos en una pequeña habitación, donde ya estaba una cooperante, a la que inoportunamente despertamos, que nos ofreció mantas y lo que necesitásemos.


Al día siguiente, nuestra compañera de habitación ya no estaba. Nos levantamos, nos aseamos como pudimos y nos dieron un desayuno a base de café con leche y pan con mantequilla y mermelada.


Nos consiguieron un coche del Protocolo que por fin nos llevó a Ausserd, donde nos esperaba nuestra familia que como siempre, salieron a recibirnos locas de alegría y con un nuevo miembro en los brazos, un niño de poco más de una año, hijo de una de las hermanas.


Esta familia está integrada por su madre y cinco hermanas, la mayor con tres hijos, cuyo marido vive en España, aunque va de vez en cuando a los campamentos a llevarles el poco dinero que puede ir consiguiendo aquí. El padre de la familia murió a causa de las heridas de guerra sufridas en la lucha contra Marruecos.


Raquel Ruiz. 
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